PARPALLOTA y PARPALLA, ‘moneda de cobre que valía dos cuartos’, tomado de oc. parpalhota, parpalhola íd., éste probablemente alteración de *perperola, diminutivo de pérpera, moneda bizantina de oro que perdió valor en los últimos siglos de este imperio; esta palabra a su vez viene del gr. ȗπέρπυρον ‘sometido al fuego’, por tratarse primeramente de una moneda de oro muy puro y acendrado.

1.ª doc.: Aut.

Cuyo artículo reza «parpalla o parpallota: la pieza de cobre que sellada vale dos quartos; en Andalucía y otras partes la llaman parpasola; otros la llaman perpejana». Esta última forma quizá sea otra palabra distinta. En España el vocablo sólo se documenta antiguamente en catalán, donde parpallola abunda en textos del S. XV, y parpellola está ya en el dicc. de Jaume Marc, del año 1371; en otros textos se halla parpajola (disimilación), de donde la forma andaluza parpasola citada por Aut. Véase la documentación en Mateu y Llopis, Glos. de Numismática. En el Sur de Francia el vocablo es más antiguo y abundante, en docs. de los SS. XIV y XV, y hay también testimonios en el N. de Italia (Du C., s. v.); en particular se cita con referencia a la Navarra francesa la forma parpalhota desde la 2.ª mitad del S. XIV; esta forma, con cambio de sufijo, pasaría desde ahí a España, y de ella se extraería posteriormente el seudoprimitivo parpalla, que hoy todavía se emplea en Valencia (Ag.).

No se ha estudiado la etimología, pues el supuesto de Carpentier (en Du C.) de que se diera nombre a esta moneda por una mariposa (oc. parpalhon, parpalhola) que llevaría en efigie, no cuenta con pruebas documentales, y la existencia de una tal efigie es muy poco verosímil en sí. Me inclino a relacionar el vocablo con pérpera, cat. perpra, nombre de una famosa moneda bizantina, bien conocida en la Edad Media en todo el Mediterráneo, desde la época de las Cruzadas; vid. Mateu, s. v., y Du C., s. v. hyperperum; la forma más antigua en romance sería el masculino perpre (perperum, perparum en Du C.), que por la identidad de terminación de masculinos y femeninos plurales, en francés y en catalán, cambiaría fácilmente de género. Hasta el S. XIII era moneda de oro puro, después se acuñó con liga, y a fines de este siglo ya sólo contenía un 40 % de metal fino; se comprende, pues, que el diminutivo *perperola pudiese aplicarse, probablemente en Italia, a una moneda de cobre, que con la general depreciación de la moneda acabara por ser de muy poco valor; el paso de *perperola a parpalhola por etimología popular del nombre de la mariposa, ayudada por la disimilación, es fácilmente comprensible. La forma originaria del primitivo en Bizancio fué ȗπέρπυρον ―V. el Du C. griego y el latino―, nombre que se explica, como dice este autor, por el metal brillante y muy acendrado con que se hacía al principio, gracias a una depuración en la cendra por la acción del fuego: ȗπέρπυρος en griego antiguo significaba ‘puesto al fuego, quemado’ (de πǢρ ‘fuego’). íd. Kahane, Hom. Tovar, 1927, 215, que añaden algún dato concreto en griego desde el S. XI, lat. hyperperum S. XII, πέρπυρον S. XII, perperum, -ra-, Venecia S. XI, it. pèrpero S. XIII, fr. perpre íd.

En Ciudad Rodrigo (salm.) parpaña ha tomado el sentido de ‘cantidad baladí e insignificante de cualquier cosa’ (Lamano); de ahí quizá Albacete parpallo ‘feo, inútil’ (RFE XXVII, 251).